jueves, 9 de enero de 2014

Los Cines Roxy

Procuraré ser breve, porque tiempo es precisamente algo que ahora no tengo.

Ayer día 8 de enero cerraron sus puertas los míticos Cines Roxy de Valladolid tras 78 años abiertos: durante todo ese tiempo, un negocio local y familiar fue creciendo en pleno centro de la ciudad. Por sus pantallas pasaron miles de películas y miles de millones de fotogramas; dentro de sus salas, espectadores de todo tipo y condición rieron con las comedias más descacharrantes, lloraron con los dramas más terribles y soñaron despiertos con las aventuras que nos han marcado a todos durante nuestras vidas. El Dorado, Easy Rider, Regreso al Futuro, Jurassic Park, Avatar. Lugares y mundos que todos hemos visitado y en los que todos hemos deseado quedarnos un ratito más, sólo un ratito, porque en esos sitios mágicos que se fundieron a negro tras el fin de la película acabábamos de dejar un pedacito de nuestro corazón.



Es justo ese pedacito el que muere cuando cierra una sala de cine tan carismática, tan abierta, tan HUMANA como los Cines Roxy. En ellos nunca encontrabas más que buen humor, profesionalidad y cercanía. Desde las fabulosas chicas que te proporcionaban y validaban el pase para acceder al mundo que te esperaba a una cortina de distancia, hasta el muchacho de la coleta (Rubén, si no me equivoco) que te proveía de palomitas y todo tipo de avituallamientos para no pasar hambre durante tu próxima aventura, sin olvidar por supuesto al misterioso proyectista que hacía tu viaje posible, todos ellos supieron transmitir la pasión, la dedicación y el AMOR por el cine. Los Cines Roxy son (eran) el espacio ideal para soñar despierto, pues todos y cada uno de sus trabajadores estaban entregados a que este viaje se llevase a cabo con éxito.

Y todo es lo que se ha ido al apagarse las luces de su última proyección. Su propietario, Enrique Cerezo, responsable directo del cierre de los Cines Mantería, ha decidido que un Casino le sería mucho más rentable. Y no lo dudo, desde luego.

La arrolladora apisonadora del capitalismo salvaje se ha llevado otra "pérdida" por delante. Y no será la última, desde luego. Me hace gracia ver en el reportaje que ha dedicado el Norte de Castilla al tema la cantidad de entrevistados que comentan que "hace mucho que no pisan los Roxy". Toda esa gente hace cola para ver el último mega-estreno en el Río Shopping, unos cines más caros, más inaccesibles y menos humanos que cualquier cine del centro. Deberíamos darnos cuenta (y hablo también por mí) de que los sitios que hacen que una ciudad sea especial no se van a mantener por sí solos, porque desgraciadamente el "encanto" no aporta suficientes beneficios a sus avariciosos dueños. Esos rincones de leyenda están ahora, más que nunca, en peligro de extinción. Por eso os digo: defended y apoyad los sitios que amáis, porque nada ni nadie os garantiza que vayan a seguir ahí para siempre. Yo jamás imaginé que cerrarían los Roxy, y si hubiera tenido algo más de sentido común hubiera disfrutado de todos y cada uno de los estrenos en sus maravillosas salas.

Aún nos queda mucho en Valladolid: la Parada de los Cómics, la tienda de discos Charly Blues, los Cines Casablanca, el bar Capricho´s... cada uno tiene sus rincones preferidos y todo están a un paso de la Plaza Mayor, y sólo si nos comprometemos a apoyarlos podrán sobrevivir. Así que plantearos si realmente queréis echar combustible a la apisonadora del capitalismo salvaje la próxima vez que vayáis al cine, o de compras, o a cenar fuera. Porque los pequeños nos necesitan para no ser devorados.