La pesadilla de la eternidad
desfila ante mis ojos.
Conocí
a ese soldado, demonios, claro que lo conocí. Karl von Draven, segundo de
Infantería, tercer pelotón de fusileros. Solíamos cartearnos a menudo desde que
nos conocimos en aquella conferencia. ¿Cómo hemos podido dejar que nos
convirtiesen en enemigos? Él era un escritor importante, demonios, valía
muchísimo más que yo. Dios santo, ¿por qué estoy aquí, contemplando sus
despojos vestidos de uniforme? ¿Acaso lo merecía? ¿Lo merecemos alguno?
No
puedo, no soy capaz, ni por un momento, de recordar o imaginar como fue o será
la vida fuera de las trincheras. La gente habla de que ganaremos, que la guerra
merecerá la pena, que no es más que un mal necesario. Ilusos, inocentes,
hipócritas civiles. ¿Cómo pueden siquiera atreverse a hablar de ganadores y
perdedores? Un día en el campo de batalla y se tragarían hasta la última de sus
palabras. Himnos, vítores, discursos de victoria. Engaños, miserias, fuego para
desatar las más bajas pasiones humanas.
Las
banderas volaron de los mástiles cuando el primer fusil se disparó y cayó el
primer cuerpo sobre el barro del campo de batalla. Con ellas se fueron
orgullos, patrias y naciones, y sólo quedó miseria, botas de cuero sobre carne
y sangre, galletas podridas por la peste y unos pocos desgraciados que supimos
mantener la cabeza a salvo bajo los sacos de arena.
Ya
nada importa. Demonios, ni siquiera importa si sobrevivo. ¿Cómo vivir una vida
con el olor a carne quemada grabado en el tuétano, con el polvo de las
trincheras nublándome la vista? Aquella firma en la hoja de reclutamiento fue
la soga de mi horca. Estaba muerto desde el día en el que me alisté en esta
guerra de mierda.
Tan
sólo lo siento por todos estos muchachos a los que hemos arrebatado la vida.
¿Cómo decirles que no era nuestra intención, qué fuimos llamados a las armas
por un país al que solíamos amar?
Derrotista
¿Qué?
Mírate.
Derrotista de mierda.
¿Qué quieres decir con eso?
Madre
te espera al otro lado del océano. ¿Vas a dejarte morir, sin más?
...
Recuerda
por qué luchas. Recuerda a Maxi.
-¡Soldado,
despierta! ¡¿Es que quieres que te
...maten?!...
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-
...unnnnngghhh...
-
Quieto. Estás herido.
-
¿Madre?
-
No soy tu madre. Soy el enemigo.
-
¿Qué?
-
El enemigo. Alemanes.
-
...nggghhhh...
- Quieto.
- Y... por
qué...?
- ¿Por qué
que?
- Por qué...
me estás... curando?
- Tus hombres
mataron a mis tres hijos y a mi marido. ¿Acaso esperabas que te dejásemos
disfrutar del alivio de la muerte?
- ...
- No llores
todavía, que mucho te queda por llorar. Y que las ardientes cicatrices del
dolor que causaste desquicien tu mente hasta el fin de los tiempos.
La pesadilla
de la eternidad desfila ante mis ojos.
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¡Yeah! Ve añadiendo cositas como... Por ejemplo (sólo es una sugerencia, eh) el gadget de seguidores, mendrugo. Que así no se puede seguir el blog xD
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