viernes, 16 de noviembre de 2012

Una canica desdichada

Fue entonces cuando el solitario astronauta observó todo cuanto flotaba bajo sus pies: miríadas de hormiguitas con cuatro extremidades vivían sus trágicas vidas; los ríos fluían y desembocaban en el océano, un océano vasto, infinito, que parecía entablar batalla contra los verdirrojos continentes; miles de mástiles por encima de toda aquella inmensidad, el vapor de las nubes tamizaba tanto como dejaba ver.

Meditando entre estrellas y constelaciones, el astronauta inmortalizó en vaho una última pregunta:

-¿Cómo pueden los humanos odiarse cuando conviven con la belleza misma? Acaso... ¿acaso la historia humana está destinada a terminar cuando empieza?

"Mundo- Termina cuando empieza"

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