martes, 10 de julio de 2012

Black Hopes II



− ¡Pero qué coño estáis diciendo!
− Oh, venga. ¿El boy-scout tiene algún problema?
− Cállate, Lobito. No estoy hablando contigo.
− Ven, acércate más, y te enseñaré cómo hablan los hombres de verdad.
− Ey, ey, chicos… ¿qué tal si nos calmamos un poco?
− Para ti es fácil, politicastro. No tienes que aguantar todo el día las santurronerías de este absurdo intento de guerrero.

Malone se tragó sus palabras, palabras que bajaron por su esófago abriéndolo en canal hasta desembocar en un anudado estómago. Su orgullo, sus instintos, incluso su sentido común, le decían que era hora de poner en su sitio de una vez por todas al señorito de las garras. Habría sido fácil: en un combate limpio, su frialdad y equilibrio en las largas distancias se impondrían fácilmente sobre el Destripador agresivo y descerebrado que acostumbraban a ver en sus entrenamientos. El descerrajarle un tiro entre ceja y ceja parecía una opción cada vez más viable, por mucho que las palabras cargadas de estática de Jack defendiesen lo contrario.

Pero el diplomático tenía razón, sencillamente. El grupo era aún demasiado joven e inestable, y la amenaza demasiado grande como para poner en riesgo la operación. No es que se tratase de un grupo de fanáticos con acento gracioso y coches bomba. Se trataba de algo nuevo, o más bien olvidado. Se trataba del primer golpe de Estado a nivel mundial.

Eso era algo serio, demasiado serio como para cagarla por una tontería de rivalidad, pensó Malone. Pero su dedo inquieto sintió una atracción por el frío gatillo de su pistolón que el joven soldado apenas pudo contener. Su respiración se entrecortó tras un infinito suspiro de paciencia, sus labios se humedecieron lentamente, su lengua estropajosa se comenzó a mover y, con toda la tranquilidad de la que pudo hacer acopio, se dispuso a hablar en tono neutro.

− El de la corbata tiene razón… deberíamos evitar estos enfrentamientos. La próxima vez trataré de contener mi lengua. Y ahora sigamos con lo que estábamos discutiendo… ¿de verdad es necesario volar la cúpula de la Casa Blanca?

− Absolutamente.






MUERTE Y NEÓN


Hace mucho




            Blanco

            Blanco

            Blanco

− ¡Doctor, el paciente se está despertando del coma!

− Rápido, ¡rápido, joder! ¡Traedme anestésicos! ¡Ya, ya, ya!

Puro

Blanco

Puro…

Puro…


− ¿Cómo te sientes hoy, Hayami?

− Mmmmmph… bien… algo adormilado, creo.

− Eso es bueno. Eso te ayuda a olvidar.

− Dime, hermana… ¿tan terrible es aquello que hice?

− Duerme, hermano. Duerme, y procura descansar. Hazlo por mí, y recuerda que tu destino hubiera sido la muerte de no ser por los esfuerzos de tu hermana.

− Está bien, Nilo. Así lo haré. Pero algún día, tarde o temprano, habrás de contarme la verdad…




Argh. Necesito una ducha tanto como una mujer podría necesitarla. Apenas han pasado unos meses desde que ingresamos a Hayami y parece que hubieran pasado siglos. Últimamente hace demasiadas preguntas. Hermanito, hermanito, siempre fuiste tan desconfiado… más te vale dejar olvidar el pasado y mirar hacia delante. Por el bien de todos. 

Mierda. Esta puerta está jodidamente dura.

− Ey, ey. Vale que la casa sea un cubil, que no tenga habitación de invitados y que me toque a todas luces dormir en el sofá, pero ¿comida de lata? ¿de verdad? Esto ha decaído mucho, Nilo.

A la instintiva tensión muscular le siguió un profundo alivio al escuchar las palabras del soldado.

− ¿Malone? Pero… ¿qué haces por aquí? ¿cómo no me has avisado? Y más importante aún, ¿cómo has entrado?

− Esa última pregunta me ofende, tía. Ni que no me conocieras.

− Cierto…

− Te preguntaría que si me invitas a pasar, pero bueno, ya estoy dentro.

− Sí… y me alegro de verte, tío. Ha pasado demasiado tiempo desde la última vez que nos vimos. Parece como si no supiéramos ser amigos sin una guerra delante de nuestras narices.

− Y tanto –dijo el soldado, mientras se esforzaba por no atragantarse en su apresurado devoramiento de una de las latillas de atún que componían de manera exclusiva la dieta de Nilo- ¿Qué tal está tu hermano?

− Hayami… Hayami está bien, sin más. Tratando de olvidar, supongo.


El rápido movimiento del soldado pilló desprevenida a la siempre prevenida Nilo. El destrozado butacón volcó hacia atrás por el impulso con el que el soldado se lanzó sobre su mejor amiga; la latilla de atún, ya desprovista de todo contenido, salió despedida varios metros más allá acompañada de su colega el tenedor; las botas del uniformado dejaron una marca de tierra seca sobre el austero suelo de falso parqué. Finalmente, sus manos se encontraron con el repentinamente tenso cuello de la mujer, y sus dedos bailaron una precisa coreografía de fracturas cuidadosamente calculadas, hasta que Nilo, sorprendida, aturdida e incrédula, finalmente cayó presa de un sueño inducido por el que solía ser su mejor amigo.

Malone la retuvo en su caída y la dejó colgando de su brazo. En la expresión de la joven quedó un extraño tic sobre unos ojos en blanco, un repetido parpadeo que se negaba a resignarse a lo inevitable, o que quizás rechazaba aceptar una verdad tan cruda como la que tenía antes sí.

El joven soldado se la echó al hombro, como si de un fardo inerte se tratase, y la llevó consigo por los fosforescentes callejones de Tokyo. La tenue luz de la luna, silenciada por los rechinantes neones de la megalópolis, iluminó su camino hasta la pickup del atribulado soldado. Una vez allí, cargó el cuerpo en la parte de atrás, lo cubrió con una depauperada manta, y se dispuso a emprender un viaje con su mejor amiga, uno de tantos, como aquella vez que visitaron Barcelona hacía ya una eternidad. El soldado, que hasta ahora había conservado un monacal silencio, sacó su manojo de llaves, arrancó la pickup y no puedo evitar derrumbarse sobre el volante al oír a su amiga revolverse en su propia inconsciencia un metro y medio más atrás.

− Espero que algún día pueda explicártelo, Nilo. Buen viaje. No hace falta que me des conversación. Ni aunque quisiera podría quedarme dormido…





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1 comentario:

  1. Mola, aunque sigo diciendo que los bruscos cambios en la narración (tanto narrador como tiempo) marean un poco; aderézalos con fechas, o algo así, para dejarlo más claro.
    Por lo demás todo muy pepis :D

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