Y a continuación, en PTS-TV, les ofrecemos en rigurosa exclusiva el
primer debate electoral entre los candidatos de los nuevos partidos
“emergentes”, cuyas propuestas están convenciendo cada vez más al público
americano. Rick McTavish, candidato por el Nuevo Partido Americano, y Keke, por
el Partido Pepi. Yo, Jay Leno, seré el anfitrión y mediador esta noche. Bien,
comencemos sin más dilación.
− Malone, pásame las palomitas.
− Se dice por favor, aguilucho.
− Grrrmrmrmm…
− No te oigo, ¿qué has dicho?
− ¿Se dignaría su señoría a pasarme las semillas de maíz
emulsionadas y ligeramente salpimentadas?
− Bravo, te las has ganado. Te ofrecería también, Jack, pero
es que estás en la tierra de los tulipanes y tal.
− Ya, no me digas. Este grupo va a costar a la ONU una pasta
en videoconferencias. Y encima aquí sólo venden palomitas Light.
− Ugh.
…el tema que más
preocupa a los americanos, por encima de la situación económica, es sin duda la
seguridad nacional frente a los atentados terroristas que sacuden el país en
los últimos años. ¿Qué propone el Nuevo Partido Americano para continuar la
lucha contra el terrorismo?
− Creo fielmente, Jay,
que lo único que desea el pueblo americano en la actualidad es seguridad.
Seguridad para ir al trabajo sin miedo a que tu coche salte por los aires.
Seguridad para llevar a tus hijos al colegio sin temor a que nadie se cuele con
un chaleco-bomba. Pero no sólo eso: América está harta, harta de que los
demócratas y toda su chusma den por muerta a la nación. Desde que empezó el S.
XXI, parece que cualquiera puede reírse de nosotros: los chinos, los indios,
demonios, ¡si hasta los franceses se burlan de América a diario! Y la gente
está harta, Jay, harta de que unos y otros les engañen y vendan el país al
mejor postor. Cuando me reuní con mis camaradas del Ejército y les planteé la
idea crear un nuevo partido, prometimos devolver a la nación al lugar que nunca
debió abandonar. Ese es el objetivo del Nuevo Partido Americano. Pero antes
debemos centrarnos en proteger nuestras fronteras, que, en un mundo como el
actual, están en todas partes. Por ello nos comprometemos a garantizar la
seguridad nacional a cualquier precio: aumento de tropas, del 50, del 100, del
1000 por ciento. Más tanques, más aviones, todo. Leyes de responsabilidad civil
que cierren la boca a los traidores. Lo que haga falta, por la gente, por
nuestro país, por los Estados Unidos de América.
¿Qué tiene que decir al respecto, Mr…Keke?
− Vamos, Keke. Dale duro.
− Bueno, espero que te
hayas quedado a gusto, Ricky. Estoy seguro de que a tus colegas del Fuerte
Bigotitos les habrá encantado (jajajajaja)
− ¿Qué coño? ¿Ha contratado risas enlatadas?
− …pues mira, colega, te diré lo que quieren los
americanos: quieren, desean rabiosamente confiar en sus políticos como confían
en sus famosos. ¿Alguna vez has visto a la gente adorar a un político como
adoran a Brangelina? La respuesta es no, colega, no porque no crean en la
política o porque sean unos paletos perdidos como tanto os gusta decir en
Washington, sino porque vosotros, con todas esas corbatas y trajes y discursos
sosos y pasados de moda no les dais nada en qué creer, tío. Atontáis a todo el
mundo con vuestra aburridísima palabrería y esperáis que con decir “Dios
bendiga América” al final de cada frase os ganaréis al público para siempre.
Bien, a continuación oiremos la réplica del representante de…
− Y, ¿acaso sabes
remotamente lo que quiere la gente de este siglo? Quieren tener controlados a
sus políticos tanto como ellos les controlan. Quieren regodearse en vuestros
escándalos, indignarse por vuestras corruptelas, quieren…
− Pero, ¿esto es
serio? ¿Acaso me estás diciendo que tu intención es crear un Gobierno de
famosos de medio pelo?
− No, amigo, nada de
medio pelo. Estoy orgulloso de anunciar a nuestra audiencia que el Partido Pepi
cuenta ahora entre sus representantes con Tom Cruise, Paris Hilton y con nada
más y nada menos que Rosarito Parrales, recién llegada de terminar el rodaje de
“No hay Rosarito para tanto rufián”. Además, las negociaciones con la española
Carmen de Mairena están a punto de culminar en su candidatura para la
Secretaría de Asuntos Exteriores.
− Pero, ¿qué está
diciendo? ¿Trata de convencer al electorado de que otorgue el Gobierno de la
nación a semejante chusma?
− …pero la cosa no
queda ahí, también pienso poner en marcha, en asociación con la MTV, el canal
“Congreso 24/7”, que permitirá ver en riguroso directo y todas horas los
romances, despechos, tragedias y de vez en cuando debates que se den entre los
miembros del Gobierno. Y por último…
− ¡Esto es una farsa!
¿Qué clase de candidato es usted? ¿Cómo se atreve a proponer semejantes
estupideces?
− Y no he terminado,
desecho de la Segunda Guerra Mundial. Obsequiaré a todo el electorado con un
iPod de última generación diseñado y firmado por todos nuestros famosos en
cuanto el Partido Pepi llegue al Congreso. ¿Acaso tus fascistas comunistas
tienen algo mejor que ofrecer, vejestorio?
− ¡Te mataré, te juro por
Dios que te mataré! ¡Hijo de la gran…!
Y a continuación, en PTS-TV, un nuevo capítulo de “Tu pots en mi culs”
Bbbbzzzzzt
− Joder, ¡ha estado increíble!
− Veremos los sondeos de mañana –dijo Jack con su voz
cargada de estática- pero creo que está claro quién ha ganado este debate. Keke
sabe explotar la idiocia del votante medio de una manera fantástica.
− Y, ¿qué me dices del Rick comosellame? – Malone tenía la
fea costumbre de hablar con la boca llena a reventar, en este caso de
palomitas- ¿Sois todos los políticos tan falsos y mentirosos?
− Me gustaría pensar que todavía quedamos algunos de los
buenos. Por ahora, hemos conseguido cabrear a McTavish y toda su calaña. Ahora
no tendrán más remedio que centrar sus esfuerzos en hundir a Keke y su corte de
famosos.
− ¿Y qué piensan hacer esos fascistas? ¿Asesinarlos a todos?
− Hablamos de unos tíos que pretender volarle la cabeza al
presidente en directo, ante toda la nación, y echar la culpa a los islamistas
para hacerse con el voto del miedo. Podría pasar cualquier cosa.
− Más nos vale que esto salga bien.
− A todo esto, ¿alguien ha visto a Destripador últimamente?
MÁSCARAS Y OTRAS CORAZAS
Hace mucho
…
El viento trae consigo las arenas de
la ira, el polvo de la tragedia, la tormenta del castigo. Nada quedará en pie a
su paso, caerán los molinos y las casas y los templos, sus gotas serán
cuchillos y sus rayos caerán sobre los mortales, pues es deber de los dioses
castigar al justo y premiar al mentiroso.
− ¡Shannu! ¡Hijo mío! ¡Los tanques han llegado, debemos
irnos!
− No, padre. Esta vez no. Llevamos huyendo demasiado tiempo.
− Pero, ¿es que no oyes el ruido en el horizonte? ¡Los
aviones americanos están arrasando todo a su paso! ¡Debemos irnos, hijo mío!
− Ve tú, cobarde, y llévate a la zorra de mi madre. Yo no
abandonaré mi hogar una vez más.
− Pero, ¡hijo mío!
− ¡Te digo que te vayas, si así lo deseas! ¡Vete y olvídame,
o te juro por Alá que te mato aquí mismo!
¿Qué ha sido de ti, padre?¿Desde cuándo los
servidores de Alá huyen de sus enemigos?¿Y cuánto más tendrás que correr,
cuánta tierra habrán de abandonar tus pies antes de que te des cuenta de que es
mejor morir que vivir con miedo? Pues no te seguiré en tu loca carrera, padre
mío. Mi hogar, mi vida y mi muerte habrán de ser en esta misma tierra que pisan
mis pies. Haré cuanto haga falta: mentiré engañaré y asesinaré si es preciso,
pero jamás me someteré bajo aquellos que afirman ser más poderosos que Alá.
El muchacho
moreno, de corto y morenísimo pelo, serpenteó entre el improvisado campamento
americano de la región de Baktur. No le fue difícil esquivar las defensas
enemigas: los soldados americanos eran distraídos y prepotentes, demasiado
acorazados por sus armas y armaduras como para preocuparse por mirar a su
alrededor de vez en cuando. No tardó en llegar al registro militar, donde, tras
noquear por la espalda al soldado guardián (que disfrutaba de la música en su
MP3 de marca), se dispuso a hurgar entre los archivos para encontrar un soldado
al que sustituir. Varios apellidos pasaron por delante de sus ojos: Yannick,
Yartak, Ussia. Necesitaba un nombre desconocido, alguien recién llegado de
ninguna parte al que nadie pudiera conocer ni echar de menos.
− Este –musitó el muchacho- Este es perfecto.
Mientras,
en los austeros barracones aún sin bombillas, un joven soldado trataba de
dormir en un sucedáneo de cama repleto de arena, con un calor tan plomizo que
parecía que la litera de arriba se le hubiese echado encima y no le dejase
respirar.
− Por Dios. Esto es insoportable –pensó, y se dio la vuelta-
No me extraña que los demás se hayan ido a emborrachar por ahí.
− Cuidado con las blasfemias.
− ¿Qué demonios…?
El soldado
no pudo terminar la frase. Apenas había salido de su boca la última sílaba,
cuando un torrente de cuchilladas le perforó la garganta atravesándole la
lengua y alcanzado la cuenca de su ojo derecho. Un joven moreno, de pelo corto
y furia desmelenada, tiró de su enorme cuchillo hasta que los huesos de la cara
cedieron y quedó abierta como un libro, mientras el soldado se retorcía de puro
e increíble dolor. Una última cuchillada en el corazón terminó con su agonía, y
el cuerpo salió volando por la ventana más próxima. El joven se calzó las
botas, se puso el uniforme y se deshizo de las sábanas ensangrentadas. El
súbito ruido de la puerta abriéndose tensó sus músculos, pero hizo todo lo
posible por controlarse.
− ¡Soldado! ¿Qué son esos gritos?
− Nada, mi señor. Tan sólo es que no podía dormir.
Necesitaba soltar mi frustración de alguna manera.
− Ya, este maldito calor es terrible. Ojalá la próxima
guerra sea en Las Seychelles, ¿eh?
− Sí, mi señor – el joven no supo si era apropiado reírse,
así que puso su mejor cara de póquer-
− Me cae usted bien, soldado. ¿Puedo saber cómo se llama?
Ahora mismo somos todos desconocidos.
− Mi nombre es Urang, señor. Joshua Urang, para servirle.
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